Disco
Antonio Hernando: 'El Viaje Infinito'
(Autoeditado, 2019)
Antonio Hernando regresa con nuevo disco bajo el brazo. El músico, conocido como Petete, sigue la estela de Los 30 Aullidos de Antonio Hernando presentando diez canciones que versan sobre el viaje, el destino y el imaginario fantástico. Melodías que van desde las puramente mediterráneas hasta las composiciones deudoras del cabaret y los espectáculos ambulantes.
Los sonidos presentados en Ultreia son una mezcolanza de blues, rock y reminiscencias orientales. La voz de Hernando emerge entre la atractiva baraja instrumental para recordar que todo se compone de hechos, y de las consecuencias de los mismos.
En Kapsoura los tiempos aminoran su velocidad para introducirnos en una especie de universo circense, en vodevil.
La Tarántula es un ejercicio de canción tradicional vestida de mercader ambulante en la que Hernando aprovecha al arácnido animal para recordarnos que la medicina para curar su veneno, o para los venenos que trae el día a día, es la música.
Más previsible es Luciérnagas, un compendio de frases manidas y metáforas reutilizadas en las que, además, las rimas son demasiado forzadas.
Un buen disco que roza la excelencia en sus mejores momentos
Tuareg sí goza de una cadencia hipnótica que resalta entre todas utilizadas en este El Viaje Infinito. Es un himno contra el mal progreso, el que nos encierra entre teclas, pantallas y velocidades a base de megabytes.
Los arreglos y la experimentación asoman por El curandero a golpe de versos hablados. El corte es de lo más atrevido del álbum, aunque no está entre lo mejor.
Llamadme Ismael vuelve a recurrir a excelsos arreglos para hacer un repaso sobre el imaginario del mundo del mar. La canción invita a ser escuchada en una taberna de cualquier puerto, entre jarras de barro y olor a salitre. Muy buena.
La oscuridad pinta el cielo con su negrura en Errante, una suerte de píldora que bien podría haber sido parida en un desierto mejicano. Tres minutos de desamor macerados en acordes de western y paisajes sentenciados a muerte.
Rebético Mangas retoma el espíritu de las canciones de la cara A del plástico. Melodías de otro tiempo y frases que aúnan desesperanza y melancolía, todo con un aire positivo, lo que es de admirar.
Una de las melodías más bellas la encontramos en el epílogo del disco. En Pasaportes y dialectos la voz hace mejor mezcla con la parte instrumental. Las guitarras y los violines nos dejan a la deriva del destino, donde el viaje decide a dónde vamos, y no al revés.
El viaje infinito es un trabajo que funciona mejor cuando la melodía y los instrumentos, comandan las canciones. La voz de Hernando, pese a ser atractiva, no da lo mejor de sí cuando se encuentra sola en la cumbre de las composiciones. Se echa en falta más protagonismo del estupendo trabajo realizado por Miguel Marcos con la parte instrumental. Pese a ello estamos ante un buen disco que roza la excelencia en sus mejores momentos.
Texto: Carlos Rodríguez
Más datos en https://antoniohernando.bandcamp.com/album/el-viaje-infinito