Disco
Belgrado: 'Siglo XXI'
(La Vida Es Un Mus, 2013)
Un día me di cuenta de que mi criterio musical se había restringido (¿me había, quizá, hecho mayor?) porque el “post-punk revival” y su nostalgia me empezó a parecer una soberana tontería. ¿Qué sentido había en recuperar aquellos alegres y despolitizados cánticos de un colorista thatcherismo que obviaban paro, sida y heroína? Por suerte, no tardé en encontrar la otra cara de esta escena retro, la cara oscura de la que Belgrado forman parte.
Porque en los ochenta no faltó quien se diese cuenta de que sus tiempos no eran ni con mucho los mejores para ser jóvenes, sino más bien ciertamente terroríficos en muchos aspectos. El punk que no quedó transformado en mero artificio estético se inclinó bien hacia el anarcosindicalismo, bien hacia el análisis poético de la alienación y el nihilismo preponderantes entre los inadaptados de aquella etapa histórica (y quizá de casi todas).
Belgrado, banda barcelonesa multicultural compuesta por la cantante Patricya, el bajista Renzo, el guitarrista Fergu y el batería Jonathan, intenta unir en su apuesta estas dos críticas sociales diferentes en enfoque pero indudablemente similares en causas y conclusiones. Sus mayores referencias son la inmediatez punk de Crass y, sobre todo, su aproximación anarquista “hazlo tú mismo” al fenómeno artístico y el carácter atmosférico mecánico, industrial y amenazante de Killing Joke, la Siouxie de los primeros tiempos, Wire, Bauhaus, Joy Division y tantos otros grupos ingleses del período.
Su aproximación a la composición otorga una gran preponderancia a la sección rítmica, con Jonathan sonando vagamente humano y Renzo trayendo cierta “calidez” sonora que recuerda en ciertos pasajes a las técnicas casi reggae que Jah Wobble empleó en los dos primeros discos de Public Image. La voz monótona de Pat y la guitarra de Fergu, aderezadas con una buena dosis de reverberación (que, por otra parte, es prácticamente la única especia que la banda se permite añadirle a su sonido) son las encargadas de traer ráfagas de frío invierno a los temas.
Su sonido me recordó inmediatamente al que persiguen muchos artistas asociados a esa gran productora y distribuidora discográfica, Sacred Bones Records (a cuyo catálogo recomendaría que echaseis un ojo), por lo que no me resultó sorprendente que fuese precisamente ésta la encargada de la distribución internacional de la versión física de este álbum.
Estamos acostumbrados a escuchar música en lengua extranjera y es un placer que los acentos cambien de vez en cuando
Al reproducir el primer tema de este corto pero intenso LP de 2013 se aprecia de inmediato la victoria de la estructura punk sobre los elementos importados del post-punk. La banda quiere que su música se pueda bailar desesperadamente, que sus conciertos sean fiestas siniestras: le importa más la efectividad mecánica que la complejidad técnica y tecnológica. 'Sombra de la Cruz' sorprende, además, por tener un título en castellano y estar interpretada en inglés.
Pero el tema lingüístico aun sorprende más cuando se llega al segundo tema: Pat interpreta la fría 'Pałac Kultury' (y casi todos los temas del disco) en su polaco materno, pero al fin y al cabo, ¿qué importa? Estamos acostumbrados a escuchar música en lengua extranjera, y es un placer que los acentos cambien de vez en cuando. En este tema en particular, la banda despliega su profundo conocimiento de la música de los primeros ochenta, presentado entre otras cosas un riff de bajo “españolizante” (¡casi se diría que se escuchan castañuelas!) que fue tan típico de aquéllos grupos.
Para cuando llega 'Świat Jest Nasz' (“El Mundo es Nuestro”), una pluvial monotonía parece estar próxima a adueñarse del sonido del álbum, haciendo que la energía de los tres primeros temas se disipe. Pero esa impresión desaparece en cuanto comienza a sonar el interludio 'Siglo XXI' seguido inmediatamente de Nie (“No”), tema enérgico y de agresivos riffs, repleto de líneas rectas dispuestas en ángulo pero curiosamente dueño también de sensibilidades desconocidas para los temas anteriores, con una influencia “siniestra” más apreciable. Se agradece que estos dos temas sirvan de corazón al LP, porque ayudan a cohesionar triunfalmente sus dos mitades, bastante diferentes entre si.
Es un mayúsculo ejemplo de la corriente internacional de recuperación del post-punk más oscuro
En la cara B, abierta por 'Wake Up', las influencias del post-punk inician un régimen de convivencia en pie de igualdad con las del punk, por lo que se aprecia una mutación de los canciones en términos de complejidad, pero no de sonido. Aunque alguna melodía se dulcifique ('Iluzja' podría ser el mejor ejemplo, y quizá el tema que más aproxime a Belgrado al post-punk más progresivo de los Cure) el principal cambio viene a nivel de estructura: los interludios se hacen más dilatados y adquieren mayor complejidad y protagonismo y, en general, la banda se muestra más sutil y menos agresiva.
El contraste entre 'Progress' (tema vocal rápido y vertiginoso) y 'The End' (tema instrumental, oscuro, largo y denso) permiten que la banda desarrolle sus potencialidades melódicas, rítmicas u atmosféricas al máximo, sin salirse del estrecho confín estético que se autoimpusieron al escoger su particular sonido.
El grupo se reserva una última sorpresa en la forma del tema 'Automatyczny Świat' (“Mundo Automático”)... que debéis descubrir por vosotros mismos.
El álbum es un mayúsculo ejemplo de la corriente internacional de recuperación del post-punk más oscuro, y demuestra un conocimiento profundo y pormenorizado de las características del género: desde el gusto por lo mecánico y lo frío hasta el sorprendente intercalado de sutiles toques surferos o aflamencados, la banda asume gran cantidad de los tropos empleados por aquellas bandas de aquellos tiempos.
De hecho, podrían pasar por alguna de ellas con facilidad, pero... ¿es esto del todo positivo? ¿Qué puede aportar hoy en día una banda que se ciñe, de la manera más minimalista posible, a los criterios estéticos de un movimiento del pasado? ¿De qué instrumentos dota a nuestra lucha su apesadumbrado situacionismo? Quizá la respuesta sea solamente “diversión”. Personalmente suelo preferir propuestas menos encorsetadas por el material de base (como los malogrados Beastmilk), pero lo que no se puede dudar es que Belgrado es una banda accesible y divertida, con el aliciente de estar envuelta en cierto halo de misterio... pero no nos cambiará a nosotros ni al mundo. Quizá porque no necesitamos que lo haga.
Texto: Dimas F. Otero
Más datos en https://belgrado.bandcamp.com/album/siglo-xxi-2