Disco
Dale Crover: 'The Fickle Finger of Fate'
(Joyful Noise Recordings, 2017)
Dale Crover, el batería de Melvins, se estrena con el elepé The Fickle Finger of Fatei, todo un homenaje a sus andanzas con Kurt Cobain, cuando nadie les conocía y hacían lo que les daba la gana. Este debut es un guiño a su desparecido compañero y una declaración de intenciones de alguien que ya está de vuelta de todo
Chuken Ala King es una introducción de bateria metalizada, un prólogo extraño para un album singular. Bad Move arranca con un bajo marca de la casa melviana, acompasado con una bateria simple y bien marcada. Hasta aquí todo nos suena. ¿La familia? Bien, gracias. La nota difencial es la voz, hasta ahora casi inédita en la trayectoria del baterista. Guitarras pesadas y los apuntes psicodélicos hacen de este tema un pequeño homenaje al rock de los setenta de los que bebió Crover en su juventud.
The Members Bounce, una de las numerosas bromas del LP, nos advierte que estamos ante un trabajo de espíritu LO-FI, al igual que el ejercicio de percusión None, no more. La siguiente canción, propiamente dicha, es Hillbilly Math, todo una píldora rock que compositivamente no hará llorar a nadie, pero que gustará a los amantes de las baterías contundentes.
Crover no quiere renegar de su instrumento natural, la batería, lo demás es secundario
Una de las tónicas del plástico es que Crover no quiere renegar de su instrumento natural con excesos de distorsión o voces a todo trapo. Todo lo contrario. Quiere resaltar que, antes que nada, su hábitat naural gira entorno a las dos baquetas. Lo demás es secundario.
Tras otras dos pistas de tránsito inocuo llega Little Brother, una pieza soprendentemente bien estructurada con una muy disfrutable base pop. Las melodías vocales de Crover muestran aquí un valuarte escondido a lo largo de este The Fickle Finger of Fate. Sin duda de lo mejor del disco.
Tiny Sound se asemeja a uno de esos cortes experimentales del disco Montage of Heck de Kurt Cobain. A nadie le puede sorprender que, a lo largo de este debut, la sombra alargada y melancólica del líder de Nirvana aceche los recuerdos de Crover...
Big Uns continúa con el gusto por mezclar la experimentación con el hard rock más genuino. Prismo y Giant Hunka Cake son juguetes, juguetes sonoros. Bromas y prácticas muy al estilo de aquel lejano cassette grabado por Crover y Cobain bajo el nombre Fecal Matter. Si no recuerdo mal las grabaciones son del año 1985.
La guitarra acústica toma el protagonismo en la canción que da nombre al LP. La versión más sosegada de Crover es de lo más resultón de esta entrega. La mejor sorpresa de The Fickle Finger of Fate es la capacidad del músico a la hora de plasmar melodías y coros.
Con Thunder Pinky la distorsión vuelve a la palestra en otra pieza stoner que demuestra que Crover se mueve aquí como lo hace una pantera en la jungla. Corta y al pie. Muy buena.
Se nota el gusto por mezclar la experimentación con el hard rock más genuino
There Goes the Neighborhood dura más que las restantes pistas "basura", y es un lastre. Un disco de 20 cortes, de los cuales la mitad son experimentos sonoros de muy corta duración, no debería tener más minutaje de la cuenta. Bueno, este es un mundo muy personal, y Crover hace lo que le da la gana. ¿Por qué no?
I Found the Way Out pilla de improviso al oyente. Crover, a estas alturas de disco, ha demostrado su devoción al hard rock de los setenta y sus aptitudes con las voces pausadas. Aquí el compañero de fatigas de Buzz Osborne le hace un guiño a los Pink Floyd.
Vulvania es otro deshecho de pocos segundos con el que concluye este disco irregular. Será un trabajo disfrutable para los fans de los Melvins y para los curiosos que gusten de rarezas. El de Aberdeen muestra aquí su mundo, y lo ha hecho con la actitud de "a quien no le guste que mire a otro lado". Cobain seguro que no apartaría la mirada del universo de Dale Crover.
Texto: Carlos Rodríguez
Más datos en http://dalecrover.com/