Jason Albertini es de esos personajes importantes del indie de los noventa que siempre ha estado amparado bajo otras formaciones. En el caso del oriundo de Seattle, tales nombres responden a los ilustres Duster y Built To Spill, con quienes ha estado en constante cambio de cromos, en lo que a la formación de Helvetia se refiere. Os presentamos el noveno y lustroso LP de los norteamericanos.

El título del disco tiene su extensión en la canción que hace de incisión al particular mundo de Helvetia. Un sonido al que podríamos tildar de juguetón a la par que lánguido. Deudora de todo lo bueno que parió el indie norteamericano entre 1985 y 1995, Devasting Map es un loop de batería quebradiza, voces en segunda línea de batalla y guitarras dispersas que afianzan la confianza del que espera un álbum cuando el indie aún tenía algo de independiente.

Inverted es una continuación de ´Devasting Map`, al menos en espíritu. La voz de Albertini toma el control de la canción, que roza el emo ñoño actual, sin llegar a asimilarlo. Mantiene sin embargo al escucha en un interesante ensueño, como si los Red Red Meat estuviesen jugando a los dardos con Violent Femmes.

Puede ser la única oportunidad de Albertini para llegar a un público más amplio

El flujo de power-pop entra en las venas del LP en formato de mini canción. Reaktor acuña todos los postulados de la banda y los agita en el vaso vertedor. El resultado es ingenioso y simpático, aunque no conquista corazones. Su hermana gemela en cuanto a duración es How Does It Feel?, otro ejercicio de minimalismo que apenas pasa los sesenta segundos de vida. Este corte compacto bien lo podrían haber firmado Half Japanese.

Echo Location retoma la longitud de cuatro minutos en una jam session propia de una noche colada de alcohol y psicotropía. Las guitarras estridentes mezclan a la perfección con el burbujeo del resto de los instrumentos, mientras todos esperamos a que amanezca.

Es el disco más accesible de la banda

Car Crash es una estupenda canción pop. Su sonido es descuidado pero la melodía te acompañará día tras día a lo largo del verano, por mucho que te sumerjas y la presión intente aniquilarte. Parecido le ocurre a Love Me, aunque con la revoluciones más acotadas que su predecesora. Slow core de calidad y sin gamas y gamas de distorsión. Muy buena.

We Are Reels cabalga a baja velocidad entre la ultratumba de las notas del bajo. Las guitarras siguen serpenteando alrededor de las melodías de Albertini, cuyas frases apenas siguen flotando sobre la superficie sónica. Fantasmal y estrambótica.

Dentro de que el discurso del álbum está claro y los postulados están grabados a fuego, los norteamericanos han intentado que cada canción sea única. Castle Rock es, literalmente, una canción inspirada en los videojuegos arcade de los ochenta. La melodía vocal es tan tonta y estúpida como brillante.

Those Eyes se asemeja más a un proyecto spoken-word. Efectos psych, un bajo deudor del jazz y con una distorsión más cercana al acople que a lo agradable. Así podríamos bautizar a un corte que no gustará a todos. Adiós radiofórmulas.

3 Boys es una pieza de ésas a las que podríamos denominar como tranquilas. El penúltimo título del plástico es bossanova pero con los vaqueros raídos y, claro, con una vida que apenas queda en un suspiro.

Long Beach cierra el LP con un piano evocador como bandera y con Albertini recordando un amor perdido entre paisajes playeros empapados de gasolina.

El noveno disco de Helvetia es sin duda el más accesible de todos los que llevan publicando desde 2006. Puede que sea la única oportunidad de Albertini de llegar a un público más amplio, pues el carácter y la calidad de la mayoría de las canciones así lo merecen. Entre idas y venidas a centros de rehabilitación, cambios de formación entre Duster y Built To Spill, el ahora asentado en Portland parece haber encontrado un término... ¿medio? entre la experimentación y la comercialización. Bienvenido sea.

Más datos en https://helvetiamusic.bandcamp.com/album/this-devastating-map-2