Disco
King Buzzo: 'Gift of Sacrifice'
(Ipecac Recordings, 2020)
El gurú del grunge, Buzz Osborne, ha vuelto a sentarse en un taburete para machacar a sus demonios con una guitarra acústica. Esta vez está acompañado por su compañero en Fantomas, Trevor Dunn (Mrs Bungle), quien apoya en sus cuatro cuerdas todo el peso del disco. Su aportación no consigue que esta segunda entrega en solitario sobreviva a la dejadez compositiva que desprenden las onces canciones.
Mental Vomit adentra al oyente, a modo de sala de espera de un templo oriental para dar la bienvenida al disco. Después del prefacio arranca Housing, Luxury, Energy. La pieza atesora la típica cadencia de acordes del oriundo de Aberdeen (Washington). Es decir, la luz no asoma por estas lindes, y aún menos con la presencia del bajo y los trallazos del chelo, orquestados por Dunn, pieza fundamental de este Gift of Sacrifice.
I´am Gald. I Could Help Out comienza con las insinuantes notas del contrabajo, verdadero valor de este trabajo de estudio de Osborne. La voces femeninas mezclan a la perfección con la del icónico líder de los Melvins. Fantasmagórica.
Las onces canciones desprenden una dejadez compositiva
Algo más luminosa, aunque tampoco hay que sacar las gafas de sol, es Delayed Clarity. El corte mezcla todo lo que se espera de una canción sludge acústica y de una pieza sacada de una banda sonora. Otra vez encontramos en las cuatro cuerdas el eslabón más bello e interesante de la propuesta del que fuera el primer valedor de Kurt Cobain.
Junkie Jesus es un experimento de spoken-word en el que el chelo acuchilla notas mientras pasan los noventa segundos de una pista que sobra, se mire por donde se mire.
La voz de Osbourne se vuelve un tanto más oscura en Science In Modern America. La canción no abandona el tono sepulcral del álbum y tiene su cúspide en un buen punteo de guitarra.
Bird Animal da un respiro entre tanta angustia embarrada. Hay vida más allá del fangoso bosque lleno de sombras que la cara A del plástico brinda al escucha. Es la versión grunge de lo que podría ser una historia cantada por un trovador medieval. De lo mejor del disco.
Mock She aporta cierto desenfado. Se trata de un tema que, melódicamente hablando, podría recordarnos a los primeros Rolling Stones. El contrabajo se mueve por libre, a lo free-jazz, lo que le da brillo cierto aire ecléctico que suma enteros al álbum... Antes de que el experimento les explote en las manos, hecho que acaba ocurriendo. Una pena.
Respetable, pero decepcionante
El LP cierra sus puertas con Acoustic Junkie, otra pista de experimentación, un mero relleno que se da de bruces, de nuevo, frente a las canciones más, digamos, normales. Si el avant-garde no es lo tuyo ni tienes buenas ideas con las que experimentar, pues no lo hagas.
La segunda aventura en solitario de Buzz Osborne, que queda muy por debajo del excelente The Machine Kills Artists (2014), pero que puede interesar a los fans de los Melvins más aventureros. El resto de seguidores del trío absténganse si esperan un gran disco. Seis años dan para hacer mejores canciones, pero parece que el padrino del grunge ha estado ocupado en centrar su talento en otros proyectos. Respetable, pero decepcionante.
Texto: Carlos Rodríguez
Más datos en https://kingbuzzo.bandcamp.com/album/gift-of-sacrifice