Disco
Leonard Cohen: 'You Want It Darker'
(Columbia Records, 2016)
Todo apuntaba, según el propio artista, a que You Want It Darker sería su epitafio musical. Después ha desmentido lo dramático de sus declaraciones, asegurando que exageró sus palabras y que piensa vivir mucho más. Eso esperamos, pues el canadiense de 82 años ha registrado un disco excelente, de lo mejor de su carrera y uno de los más destacados, si no el que más, de este 2016.
El décimo cuarto álbum de estudio de Cohen arranca con You Want It Darker, una canción minimalista que recuerda a aquéllas de finales de los ochenta, cuyo culmen fue I´m Your Man (1988). Las intenciones son evidentes: oscuridad, versos y reflexión. En este primer tema la participación del Coro de la Sinagoga Shaar Hashomayim de Montreal es todo un acierto, ya que casa sorprendentemente con el aire groove de la pista. Las voces dotan al corte la atmósfera que demanda.
Solemnidad, redención, melancolía, contención... El mejor álbum de Leonard Cohen en décadas
El álbum está enmarcado en una producción eficaz y contenida, fruto de la inspiración de Adam Cohen, hijo del artista, quien no tomó decisiones aleatorias a lo largo de la materialización del disco. El piano toma protagonismo en Treaty, donde la voz de Cohen relata más que canta. Los arreglos, exquisitos, se van sumando a la austeridad inicial del dueto voz-piano, y culmina en una suerte de carta adornada con sutiles coros y suaves violines.
On The Level aumenta la carga melódica de You Want It Darker. La orquestación es más amplia y los coros están tan presentes en la canción como la voz del canadiense. La calma en forma de ritmo pausado reaparece en Leaving the Table. La guitarra española es el hilo perfecto en el que los versos de Cohen penden mecidos por una melodía simple y magnífica. El punteo, que subraya las notas de la voz, es el receso que la pieza necesita para continuar con una segunda parte a la que se suman, una vez más, acertados arreglos.
If I Didn´t Have Your Love es el primer tema que parece no sumar al conjunto. Es una canción que mantiene la línea y el tono del elepé, pero poco más. Distinta es Traveling Light. La más arriesgada de las propuestas de You Want It Darker gana en el doble juego de las texturas. El buzuki griego, tan esencial en las apariciones en directo del artista nacido en Montreal, es la antesala de la conversación que Cohen mantiene con el oyente. De fondo, entre túnel y túnel, un sintetizador y los eternos coros femeninos dotan a esta canción de una mezcla de melancolía y esperanza que la posicionan entre lo mejor del plástico.
Una mirada muy personal, del fin de la vida tal y como la conocemos
La oscuridad, que nunca nos abandona, se hace aún más siniestra con It Seemed The Better Way. El séptimo corte se asemeja a 'You Want It Darker' en lo simple y tenebroso de la propuesta. Un timbal, un bajo y el eventual violín, que serpentea por unos paisajes que bien podrían ser los de la Europa Central de los años cuarenta, son suficientes para alumbrar la oscura literatura de su autor. Se pasa en un suspiro, pero es deliciosa.
Melancolía. Llegamos a los surcos finales del disco con esa palabra entre ceja y ceja. Steer Yor Way parece sacada de una noche en los camarotes de tercera clase de un trasatlántico, de aquellos que cruzaban el Atlántico a principios de siglo. Staccato, guitarras y violines folk son los ingredientes de una canción que resume el carácter internacional del trabajo. La última pista del disco es una interpretación instrumental casi en su totalidad de Treaty, con un cuarteto de cuerda que cierra el disco con solemnidad.
Solemnidad, redención, melancolía, contención... muchos podrían ser los calificativos del mejor álbum de Leonard Cohen en décadas. Padre e hijo han alumbrado un trabajo que aúna un sonido con reminiscencias europeas, americanas y orientales. Es una mirada personal, muy personal, del fin de la vida tal y como la conocemos, aunque con obras como ésta, Cohen vivirá siempre. Esté donde esté.
Texto: Carlos Rodríguez
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