Disco

Mark Lanegan: 'Somebody´s Knocking'

(Heavenly Recordings, 2019)

Publicado por Carlos Rodríguez - Hace 4 años
Mark Lanegan: 'Somebody´s Knocking'

El esquivo Mark Lanegan está de vuelta, y lo hace con un álbum que continúa indagando en los postulados expuestos en su anterior entrega, el irregular Gargoyle. Somebodys Knocking seguirá sin satisfacer las expectativas del fan de toda la vida pero sí podrá gustar a los amantes de la música electrónica con reminiscencias rock.

Disbelief Suspension bebe de fango y algoritmos, de rock de terciopelo y betún, y de la programación sintetizada. Lanegan busca el híbrido donde está cómodo, con las botas de cuero encima de la mesa y la camiseta de los Seattle Supersonics puesta.

La voz del crooner vivo más famoso del oeste de EE.UU. resurge en este trabajo, sin temor a no mezclar bien con el sonido propuesto, cada vez más lejano al blues funerario que inició su discografía en solitario. En un principio Letter Never Sent choca un tanto pues la mezcla nunca llega a ser homogénea, pero hay que reconocer que el estribillo es bueno, de los que quedan en algún lugar del cerebro durante varios días.

Es curioso apreciar el lado más comercial de Mark Lanegan, si es que alguna vez ha existido. Lo que sí es cierto es que, lo pretenda o no, hay piezas en este Somebody´s Knocking muy radiables. Uno de estos cortes, carne de discoteca indie, es Night Flight to Kabul. La instrumentación es más bien simple, con la citada mezcolanza de rock con electrónica, pero la melodía vocal lleva a la canción hasta su objetivo: gustar y no entrar en el fango de lo comercialmente aplaudido.

Dark Disco Jag da lo que promete; Asomarte a un balcón de Los Angeles, bourbon en mano y las luces de neón de tu apartamento serpenteando en lo que un día fue una americana nueva, impecable. Cierto es que hay que meterse en el papel, y puede costar al principio, pero si se le sigue el juego a Lanegan en estos derroteros electrónicos, el resultado puede ser disfrutable.

Está claro es que se lo ha pasado en grande registrando el disco, independientemente de lo que suscite al oyente

Más festivo suena Gazing for the Shore, que se aprovecha de las melodías pop que el oriundo de Ellensburg ha ideado para este álbum. Sí. Es puro pop disfrazado con guitarras eléctricas, reverb y ritmos nacidos en un pc. Lo mismo le ocurre a Stich It Up, otro pildorazo de melodía fácil, disfrutable al más puro estilo Beatles. Lo que sí está claro es que el ex Screaming Trees se lo ha pasado en grande registrando el disco, independientemente de lo que suscite al oyente.

Playing Nero nombra a Lanegan como el heredero de aquel Leonard Cohen de los ochenta, época en la que parió discos tan buenos como I´m Your Man. Pista hecha para bailar pegado (a lo que sea, si es a un ser humano pues mejor) que parece haber salido de una secuencia en la que se muestra el arrepentimiento del protagonista después de que su novia le diese calabazas.

Es curioso apreciar el lado más comercial de Lanegan, si es que alguna vez ha existido

La nostalgia está omnipresente en todo el álbum. Penhouse High es una canción que sólo atesora cierta festividad en sus elementos electrónicos, pero es más bien una oda blues que despierta cierto sentimiento de que cualquier tiempo pasado fue mejor.

El Lp empieza a ser víctima de su propio peso en la cara B. Paper Hat baja el tono y acerca sus notas a los postulados más intimistas del norteamericano. No cabe duda de que está hecha con gusto, pero sucumbe un tanto por el discurso que la precede.

Name and Number muestra el amor que Lanegan siente hacia las bandas británicas que brillaron por derecho propio en la primera mitad de los ochenta, como The Cure, Echo and The Bunnymen y, especialmente, Joy Division. Aun así la canción no se deshace de la monotonía que infecta la segunda manga del disco.

Su trayectoria discográfica llevaba años deambulando por la medianía

Un tanto más interesante es War Horse, pieza plagada de oscuridad y nocturnidad cuyo semblante pausado le suma enteros. También es correcta Radio Silence, corte con el que el plástico despierta de su letanía pese a que el resultado no sea una maravilla en toda regla.

She Loved You sacraliza el buen gusto de Lanegan para crear melodías vocales, pero se echa de menos más acompañamiento instrumental. La adición de texturas sonoras hubiese mejorado una canción buena, por encima de la media de este Somebodys Knocking. Una pena.

El álbum culmina con la brillante Two Bells Ringing at Once, casi cinco minutos de los mejor de Somebodys Knocking; la cadencia casi épica, el susurrante piano, incluso el ritmo programado, hacen que la canción, contra pronóstico, salve al conjunto del disco, un tanto justo de interés para ser un trabajo de Mark Lanegan. Su trayectoria discográfica lleva años deambulando por la medianía desde el estupendo Imitations, y Somebodys Knocking no lo encumbra a la excelencia, pero sí puede llegar a otro espectro del oyente habitual de una de las figuras más destacadas del rock norteamericano contemporáneo.

Más datos en https://www.marklanegan.com/