Disco
Niño Pájaro: 'Agítalo'
(Rock Estatal Records, 2016)
Hoy os presentamos a Vicente de Andrés a la guitarra y voz, Gorka Menchaca al bajo y coros, y Jaime Medina a la batería y coros. Juntos son Niño Pájaro, y traen Agítalo. Una palabra adecuada para su música funk y gamberra.
Con influencias que van del Rock, al Funk, pasando por el Hip-Hop y el Flamenco no es de extrañar que se nos haga rara tal combinación, pero sinceramente, funciona. El funk del disco se mezcla con las voces que suenan a rock clásico, que encaja en un pesado sonido áspero. Con unas letras veloces y endiabladas, se convierte en música perfecta para despertarnos por la mañana y ponernos en marcha,
- Agítalo. Con una increíble energía arrancan y nos piden que lo agitemos, lo movamos, lo soltemos y lo dejemos correr. Letras aceleradas con el ritmo funky de la guitarra como base, nos sumergimos en esta locura colorada.
- No hace falta más. ¿Flamenco? Una guitarra española abre esta original intro, interrumpida enseguida con el jaleo de los ritmos eléctricos del funk. Y es que aunque no hace falta más, lo queremos todo. Sexy, llena de toques flamencos que decoran la pieza y le infunden personalidad propia. Muy original.
- Somos 3. Más eléctrica, atragantada, los coros transmiten fiesta, jaleo, jolgorio de tipos duros que presumen de ser un trío polivalente, que no necesitan ser seis para ponernos a bailar. Cambian de tercio cuando les da la gana, pero todo logra encajar inexplicablemente. Los solos de guitarra son geniales.
- La Playa. Sin un respiro entre temas, enlazan como si las canciones estuviesen cosidas entre sí. Más rock, se extiende en sus tarareos con pocas otras pretensiones que arrancarnos unas sonrisas, y recordarnos el calorcillo veraniego y los Road Trips a la playa. Más banal, el disco podía vivir sin ella.
- Doce Cañas. La batería arranca como casi única base de la canción, y las voces hacen risas por encima. Nos entregan un menú muy a la española para acompañar con las cañas. Lo más intrigante es la guitarra española que aparece para hacer guiños entre las innumerables copas que se toma la banda. Encaja inesperadamente bien, y de hecho termina siendo lo mejor del tema.
- Divididos. Una melodía misteriosa se cuela por aquí, se oyen palmas y arpegios. La pieza se transforma en algo guerrera, un tanto sombría, que se refiere a todos los tipos de disputas que pueden sembrar la mala baba en cualquier lado.
- Dentro. Más funk, pero siempre con su toque principal, le canturrean a una chica sexy que les lleva por la calle de la amargura. Serán las ganas de echar una canita al aire con su musa rockera, pero se ponen muy insistentes con aquello de "Dentro, me tienes que dejar entrar". Aunque si lo pensamos, es el estilo de cualquiera intentando ligar en un bareto.
- Bien, bien, bien. Al canto de la indiscutible frase de "sea quién sea quien esté al mando, la está cagando", el grupo se viste de rock reivindicativo, sin perder su toque personal. Muy guerrera, muy roquera, la canción con más contenido del disco.
- Qué será. Los toques de guitarra se despiertan a ritmo de funky, y nos encanta. Los coros aciertan, son divertidos, musicales, y los instrumentos de aire se asoman para cerrar el cuadro. Se marchan por todo lo alto dedicándonos la que probablemente es la mejor canción del disco. De hecho, a ellos tampoco les ha salido nada mal.
Absolutamente originales e inesperados, sus incursiones en el flamenco les dan identidad propia. Cuando coquetean con el rock suenan más comunes, y a veces también pesados, cuando se quedan encajados en algún estribillo repetitivo. Pero en general, la banda suena muy bien, muy suyos. Con unas letras canallas que nos arrancan más de una sonrisa. Así, como lo hacen ellos, nosotros también nos despedimos con un ¿Qué será... para la próxima?
Texto: Maite Abascal
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