No se puede dudar que Granada posee una de las escenas musicales más luminosas de la Península. Calidad musical, originalidad de voces y acentos y cierta pasión intelectual por lo auténtico caracterizan a ese mundo único del que Svuco forma parte.

Y no sólo parte pasiva, sino que en este singular proyecto han conseguido aglutinar un nutrido grupo de colaboradores procedentes de otras bandas y proyectos de la ciudad con los que están profundamente relacionados.

Svuco (que significa “ruido” en el colorido dialecto Nadsat ideado por Burgess para el universo de La Naranja Mecánica) es una creación del guitarrista Saúl Gonzálvez, músico inquieto y experimentado, articulada en torno a la experimentalidad y la libertad creativa de los músicos principales y los colaboradores (un concepto similar a las Desert Sessions de Josh Homme). Su proyecto inicial es la realización de tres EP repletos de contenido, cada uno de ellos nombrado por uno de los tres monos místicos del folclore japonés. Mizaru, el mono que se tapa los ojos para no ver, es el elegido para iniciar esta singular trilogía. A Saúl lo acompañan en la aventura Roberto Cano (que participa con él en otras tres bandas diferentes) a la batería y Manolo Manso al bajo.

Su aproximación estética al rock se basa en los principios creativos antes esbozados, con los que el resultado puede semejar un tanto carente de unidad al oyente ocasional: toques de nu metal acústico, soul e incluso rap y flamenco se articulan sobre la base del stoner y el rock duro tradicional para formar una interesante panoplia sonora sobre un fondo estructurado en torno a la repetición y la introducción ocasional de variaciones. El mismo grupo, en la declaración de intenciones difundida a través de su página web, no teme afirmar que ciertos oídos encontrarán los aspectos más experimentales del proyecto poco atractivo, pero eso no les priva de acometer la que fundamentalmente es una búsqueda de nuevos amores y tensiones entre sonoridades diferentes.

Fundamentalmente es una búsqueda de nuevos amores y tensiones entre sonoridades diferentes

De inicio, sorprende que hayan escogido un nombre de implicaciones tan cacofónicas para su banda. El delicado ostinato de calurosa guitarra acústica que abre 'Tu mundo', atravesado por las voces de un ritual cansado, es todo menos “ruido”. De hecho, la distorsión y la electricidad no hacen acto de presencia hasta el segundo tema, 'Llorarás', abierto por una poderosa base rítmica que es presagio de lo que vendrá a continuación: la irrupción de la característica voz de Carmencita Calavera, que entre otros versos arroja el tan demoledor como divertido «Morirás como Fraga sin pedir perdón», en uno de los temas que más traen a la presencia el amor de la banda por el rock clásico y el stoner de Kyuss y compañía.

En 'Génesis' aparece el ruido, propiamente hablando: el ruido de ambiente de una conversación entre los músicos, sobre el cual es interpretada una breve pieza en inglés. Es en momentos como este en los que se revela el carácter psicodélico y experimental del trabajo, que continúa en el tema que le dá nombre al disco, Mizaru: un largo pasaje instrumental, caracterizado por la repetición de formas melódicas simples sobre las que los efectos dibujan pequeñas diferencias que son las encargadas de arrastrar al oyente hacia adelante. En buena medida, este tema no sólo da salida a la intención del grupo de analizar las estructuras fundamentales del rock, su función y su significado, y sirve de introducción al plato fuerte del álbum.

'Raíces' es un auténtico mundo a parte: la poderosa voz flamenca de Ihmaele de la Torre (de esa suerte de supergrupo del Rock Andaluz granadino que es Fausto Taranto) introduce los temas y elementos desarrollados a continuación por Astilla (MC del grupo Renko, otro proyecto en el que participa Saúl) sobre una base de guitarras maravillosas que utilizan el tradicional recurso metalero a tonalidades arábigas para crear un sonido avieso que no sólo suple la función primaria de comunicar sentimientos de amenaza y desafío, sino también la secundaria de demostrar cómo las formas musicales folclóricas propias de cada lugar pueden encontrar una sencilla conexión con universos musicales aparentemente muy distantes. De hecho, en el rap que Astilla MC interpreta en el corazón de este tema puede escucharse una referencia a los Hijos del Agobio de Triana, el gran grupo de la fusión de folk y rock en la península, hoy en día tantas veces y tan injustamente olvidado.

Cuanta mayor variedad de influencias pueda incorporarse al discurso musical, mayor riqueza en recursos artísticos

'Sol' concluye el álbum con un recuerdo de como empezó: calor, buen ritmo y guitarras acústicas demostrando que la distorsión no es necesaria para la dureza. La voz de Pablo Parra (de Quimera Stoner) es un cambio radical de acento, y hasta de idioma, en relación al tema anterior, lo que acentúa su magnetismo y la capacidad de la banda de crear su base instrumental en dialogo con diferentes recursos y sonoridades.

La propuesta experimental de Svuco, aunque no resulte tan espectacular como podría hacerlo en forma de un LP cohesionado, me hace recordar las maravillosas ideas de John Zorn a propósito del universo musical: no hay dos tipos de música que no se puedan relacionar y no hay por qué perseverar en aferrarse a uno sólo, porque cuanta mayor variedad de influencias pueda incorporarse al discurso musical, mayor riqueza en recursos artísticos tendrán los músicos a su disposición. Me parece, y espero que la historia me dé la razón, que las colaboraciones de Svuco contribuirán a la preservación y expansión del espíritu creativo de la escena granadina, y espero que proyectos de colaboración en libertad como este enseñen al mundo las posibilidades que el mundo de hoy en día posee para los creadores independientes.

Como cierre, os dejamos con el vídeo del single 'Los Asesinos de Dios', tema en el que se aprecia de manera más concentrada el minimalismo de estructuras y letras que sirve de base a los investigaciones sonoras del grupo.

Más datos en https://svuco.bandcamp.com/